cuando era chica y habían visitas, siempre antes del postre, me levantaba de la mesa con la excusa de ir al baño. En el pasillo, en vez de doblar a la pieza de mis papás, me iba a la mía o a la de mi hermano. Luego (o no tan luego, dependía de mi rapidez de decisión), volvía sobre mis pasos, me encerraba en el baño de mis papás y me sentaba en el piso. A leer.
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