Lo malo (de bañarse, de regar) es que siempre te tiras a la piscina. Eres fiel a ti misma, a lo que piensas y a lo que sientes, y tienes una leve esperanza de que no te refrenas (por lo menos en ese ámbito). Pero uno se suele tirar solo.
O se tiran contigo, pero siempre eres la única sensible, blandengue, débil, guagua, niña, mamona.
Y, a veces, el agua está helada.
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